jueves, 28 de febrero de 2019

El problema mente - cerebro

¿Qué es el ser humano? ¿Qué es lo que hace al ser humano ser lo que es? ¿Somos únicamente cuerpo material o hay algo más en nosotros: espíritu, alma y mente? Y si lo hay, ¿qué relación hay entre ellos?

El problema entre la relación mente-cerebro, o en su formulación clásica alma-cuerpo, ha sido un tema tratado desde los comienzos de la historia de la filosofía. Desde el dualismo espiritualista de Platón, en el que el cuerpo se presentaba como una cárcel para el alma, pasando por el dualismo cartesiano, donde, después de emplear la duda metódica, Descartes solo podía estar seguro de que es sustancia pensante, caracterizada por la libertad y voluntad, hasta el materialismo de base físico-química en la que la mente se reducía a conexiones neuronales, o en sus últimas formulaciones, en las que la mente emerge de lo físico-químico formando un sistema autónomo.

Más allá de los dualismos espiritualistas o los monismos materialistas, lo que queda patente, es que la actividad mental es una característica principal del ser humano, ya sea como sustancia separada de la materialidad, o como atributo emergente de la materialidad; pero de una u otra forma, el ser humano es el ser que se pregunta, el ser metafísico por excelencia, el ser que sufre, que se divierte, que tiene esperanzas, sueños, que se angustia, que es consciente de sí mismo, que se pregunta por el sentido de su existencia, por su muerte y finitud, por su posible trascendencia, por el universo que lo contiene,...

Plantearemos esta dicotomía, entre dualismos espiritualistas y monismos materialistas desde el campo de la inteligencia artificial, retomando la pregunta de Alan Turing de si piensan las máquinas, o si al menos lo parece. Desde una sustancia pensante separada de la materialidad, no sería posible que una máquina, hecha solo de materialidad pensase; como mucho se podría programar para que imitase las conductas observables humanas y pareciese que pensase; no habría conciencia (a un conductista esto le daría igual, porque el único criterio sería lo observable). En cambio desde un monismo reduccionista o emergentista en el que la base es material, se podría construir una máquina, en la que replicando las estructuras del cerebro humano, diesen lugar a un sistema autónomo de pensamiento.

Alan Turing, a mediados del siglo pasado, propuso un test, en el que unos interrogadores tendrían que diferenciar las respuestas dadas por dos sujetos A y B, en la que B sería un ser humano y A una máquina que se hiciese pasar por humano. Si la máquina era confundida con un humano, pasaría la prueba. Turing predijo que para finales del siglo XX o principios del siglo actual, se podrían hacer máquinas que pasarían el test.

Os propongo que hagáis de interrogadores y que penséis 4 preguntas para ver a través de las respuestas dadas por el robot si nos encontramos ante un ser pensante o un simple imitador. Para ello, pondréis a prueba vuestras preguntas con uno de los ganadores del premio Loebner, en el que la AISB (The society for the study of Artificial Intelligence and the simulation of Behaviour) lleva a cabo el test de Turing.

Tendréis que pensar en un criterio, alguna característica que hace al humano ser como es, por ejemplo, la libertad, la conciencia, la angustia, la muerte; y preparar las preguntas para comprobar si la máquina solo responde programáticamente o si por el contrario nos encontramos ante un sistema autónomo, libre, que tiene miedos, o que se pregunta por el sentido de su existencia.

Enlace a la inteligencia artificial a poner a prueba: Mitsuku
Página de la AISB: Premio Loebner
Dos criterios para la presencia de estados mentales: Descartes y Turing: Artículo

miércoles, 20 de febrero de 2019

Explicación sobre Hume

La realidad humana es compleja, nos llegan montón de cosas a la mente; ahora bien, ¿cómo estamos seguros de que lo que estamos viendo, no lo vemos desde las ideas preconcebidas que ya tenemos (lo que Hume llama creencias). La creencia es interpretar la impresión desde la idea. Por ejemplo: tus amigos dicen de una persona que es antipática; cuando te encuentres con esa persona, si la ves desde esa idea, eso ya estará influyendo en cómo la ves. Lo que quiere decir Hume es que es muy difícil, sino imposible, conocer la realidad tal cual, porque tenemos una carga, que viene dada por nuestras experiencias anteriores, por lo que nos han contado, que influye en nuestra manera de ver la realidad.

Esto es, las cosas cotidianas, solo como impresiones serían muchos y diversos estímulos desconectados (colores, formas, sonidos, olores...); y nuestra imaginación es la que las conecta en una sola cosa a través de las leyes de asociación de la naturaleza humana (que todos los seres humanos por el hecho de ser humanos tienen). Estas leyes son la semejanza (unas cosas que vemos se parecen a otras que ya hemos visto), la contigüidad ( unas cosas aparecen al lado de otras, con respecto al espacio; y unas después de otras, con respecto al tiempo) y la causalidad (unas cosas dan lugar a otras).

Una vez que ya tenemos la idea de una cosa, cuando veamos otra cosa parecida; no sabemos si en realidad esta cosa tiene alguna conexión en la naturaleza, sino somos nosotros los que creamos esta conexión. Ya no vamos a ver las cosas desde su misma aparición, sino que las vemos desde las creencias que ya tenemos.

Ahora bien, sin creencias, dice Hume, que desaparecería el mundo cotidiano, dejaríamos de ver lo que vemos. Y ahí viene la problemática del conocimiento: ¿cómo tener un conocimiento que se ajuste realmente a lo que hay y que no esté interpretado desde nuestra imaginación y nuestras creencias?

El mundo cotidiano no se puede reducir únicamente a lo que percibimos, porque en parte lo estamos construyendo a través de la imaginación. Partimos, dice Hume, de la creencia de que los objetos cotidianos existen y podemos conocerlos tal cual; pero esto ya es es sí misma una creencia. A nuestra mente solo llegan una diversidad de sensaciones; y es nuestra mente quien las junta. Creemos percibir las cosas, pero no tenemos la certeza absoluta de que así sean; podría ser que si tuviésemos otras creencias, la realidad percibida fuese otra.

Aun así, con toda esta problemática, el objetivo de Hume es que la realidad que percibimos se ajuste lo más posible a la propia realidad; y el criterio que utiliza es que se correspondan nuestras ideas en la medida en que se pueda a las impresiones que de la realidad tenemos. Pero las ideas más complejas se alejan cada vez más de las impresiones, y Hume cae en la cuenta del papel que juega la creencia en todo esto.

domingo, 17 de febrero de 2019

Historia de la Filosofía - Segunda Evaluación

Para el segundo examen de la segunda evaluación


Ockham - apuntes

Maquiavelo - apuntes y capítulos XV al XIX del El Príncipe

Descartes - Libro de texto - Texto Evau (Tercera Meditación)

Hume - apuntes

Rousseau - apuntes