sábado, 18 de mayo de 2019

Conciencia Moral

La conciencia moral es el foro interno en el que cada ser humano juzga sus acciones y normas.
Es una capacidad exclusivamente humana que nos hace capaces de distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, lo bueno y lo malo, etc. Nos permite saber íntimamente, si actuamos bien o no, produciendo sentimientos de satisfacción o remordimientos y es la que nos hace sentirnos responsables de las consecuencias de nuestras acciones.

La conciencia moral es, por tanto, la capacidad humana de juzgar sobre la bondad o la maldad, la capacidad de realizar juicios morales o la de comprender la obligación incondicional que impone el deber. Se suele llamar conciencia antecedente a la que precede a la realización del acto, o a la decisión de actuar o no actuar, y que se percibe como una sugerencia de la razón a hacer el bien, y conciencia consecuente, a la que es posterior a la acción, decisión u omisión, y que consiste en una reflexión o juicio de la razón sobre lo hecho, decidido u omitido. No es sino la misma conciencia humana, en cuanto se refiere, no al conocimiento de «objetos», sino al conocimiento de la moralidad de los «actos».

Desde un punto de vista evolutivo puede entenderse la conciencia moral como una voz estratégica que nos aconseja cómo alcanzar nuestros intereses de forma prudente, sin enfadar al grupo que puede castigarnos. Para alcanzar sus objetivos, el ser humano tiene que calcular hasta dónde puede llegar sin perder su reputación y sus bienes.

Pero la conciencia moral tiene también un componente de obligación interna, que no procede de la presión del grupo.  La persona no solo tiene obligaciones con su colectividad, sino también consigo mismo. Este sentido de la auto-obligación exige cumplir las normas siempre que el sujeto las valore como justas desde su propia razón.  El deber moral no consiste solo en cumplir obligaciones
con los demás, sino en primer lugar en cumplirlas consigo mismo, y en saberse obligado a cumplirlas con los demás desde esa auto-obligación. Existe un mundo moral específico que ordena incondicionadamente asumir reglas cuando se consideran justas y rechazarlas cuando se consideran injustas, sean o no las del grupo. Esa capacidad humana es la que lleva el nombre de “libertad moral”. El motivo para cumplir las leyes de la libertad es el respeto por la dignidad de seres que son en sí valiosos por ser libres.  La libertad permite superar los impulsos naturales cuando está en juego lo en sí valioso, lo que tiene dignidad.

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